La historia de Misión Imposible: el pulso crime jazz de Lalo Schifrin

La historia de Misión Imposible: el pulso crime jazz de Lalo Schifrin

Un relato fascinante sobre cómo un argentino revolucionó la música de cine creando una melodía inmortal que sigue encendiendo la cultura pop.

Con el reciente fallecimiento del compositor Boris Claudio “Lalo” Schifrin a la edad de 93 años, el mundo de la música ha perdido a un verdadero titán. Su prolífica carrera abarcó décadas y géneros, dejando una marca indeleble en las bandas sonoras del cine y la televisión. Este artículo se presenta como la historia definitiva del tema de Misión: Imposible, rastreando su viaje desde un encargo apresurado para la televisión hasta convertirse en una piedra angular de la cultura popular.

Se deconstruirá su genio musical, se desenterrarán las anécdotas y rarezas que rodearon su creación y se analizará su evolución a lo largo de seis décadas. Se argumentará que la longevidad del tema es el resultado directo de su fusión perfecta de innovación artística e instinto comercial, una pieza cuya misión, hace mucho tiempo cumplida, continúa resonando con una vitalidad inextinguible.

El hombre y la misión: génesis de un tema

El compositor inesperado: una fusión de mundos

Para entender la génesis y la historia del tema de Misión: Imposible, primero hay que entender al hombre que lo compuso. Lalo Schifrin no era un compositor de Hollywood convencional. Nacido como Boris Claudio Schifrin en Buenos Aires, Argentina, en el seno de una familia judío-argentina, la música estaba en su sangre. Su padre, Luis Schifrin, era el concertino de la orquesta del prestigioso Teatro Colón, sumergiendo al joven Lalo en la tradición clásica europea desde una edad temprana. Su formación clásica inicial estuvo a cargo de Enrique Barenboim, padre del futuro director de orquesta de fama mundial Daniel Barenboim.

Sin embargo, en paralelo a su educación clásica, el corazón de Schifrin latía al ritmo del jazz estadounidense, un género que lo fascinaba. Esta pasión encontró resistencia en casa; su padre, conocedor de las dificultades de una carrera musical, le prohibió continuar sus estudios musicales y lo empujó a matricularse en la facultad de derecho. Sin inmutarse, Schifrin estudió en secreto composición con el maestro vanguardista Juan Carlos Paz, consolidando una identidad musical dual que definiría toda su carrera.

Esta dualidad se cristalizó en París, donde se matriculó en el conservatorio para estudiar con luminarias como Olivier Messiaen y Charles Koechlin. Durante el día era un académico, pero por la noche era un pianista de jazz que tocaba en los clubes de la capital francesa. Fue su encuentro fundamental con el gigante del jazz Dizzy Gillespie lo que finalmente lo lanzó a la escena musical estadounidense. Schifrin no solo escribió la aclamada suite Gillespiana para la big band de Gillespie, sino que también se convirtió en el pianista de su quinteto, un puesto que lo llevó a Nueva York y, finalmente, a Hollywood.

Una misión apresurada: el encargo de Geller

En 1966, Schifrin ya era un respetado arreglista de jazz en Hollywood, habiendo compuesto recientemente la banda sonora de The Cincinnati Kid. Fue entonces cuando su agente le informó que el productor Bruce Geller quería contratarlo para la música del piloto de una nueva serie de espías para la cadena CBS, titulada Misión: Imposible. La producción se encontraba en un estado de “pánico” debido a los plazos de entrega extremadamente ajustados. Las instrucciones iniciales de Geller fueron famosamente vagas: necesitaba “algo emocionante” que acompañara la imagen de una mecha encendida por una cerilla.

La primera propuesta de Schifrin fue un tema de estilo marcial, más convencional, que tituló “The Plot”. A Geller le gustó para usarlo dentro de las escenas del programa, pero quería algo completamente diferente para los títulos de crédito principales. Necesitaba un “logo” musical, algo tan distintivo que hiciera que los espectadores corrieran desde la cocina hacia la sala de estar al oírlo, sabiendo que su programa favorito estaba a punto de comenzar.

Un golpe de genio: el milagro de tres minutos

El verdadero catalizador del genio creativo de Schifrin fue una restricción inesperada que se convirtió en una liberación. Los gráficos para la secuencia de apertura aún no estaban listos; de hecho, la compañía gráfica había entregado un primer borrador que Geller había rechazado. Esto significaba que Schifrin no tenía imágenes específicas a las que sincronizar la música. En sus propias palabras, sintió una “libertad total”.

Esta ausencia de un ancla visual lo obligó a componer no para una acción específica, sino para la idea misma del programa: la esencia del suspense, la urgencia y la acción sofisticada. Este nivel de abstracción resultó ser la clave de la atemporalidad del tema. No está atado a una estética visual de 1966, sino al concepto universal de una “misión imposible”, lo que explica por qué puede ser reorquestado para una acrobacia de Tom Cruise en 2025 con la misma eficacia con la que funcionó para el equipo original de la serie de televisión.

Sentado en su escritorio, en un arrebato de inspiración nacido de la pura necesidad, Schifrin compuso el tema. Sus relatos varían ligeramente en los detalles, pero convergen en la asombrosa rapidez del proceso: “un minuto y medio” para el tema principal y “quizás tres minutos” para el arreglo completo, incluyendo los bongos y la instrumentación. Lo llamó su “pequeña misión imposible”. El título provisional de la pieza fue “Burning Fuse” (Mecha Ardiente).

Deconstruyendo lo imposible: un análisis musical

El ritmo inquietante: el compás de 5/4

La característica más célebre y revolucionaria del tema es su uso de un compás inusual de 5/4, es decir, cinco tiempos por compás. Esto representó una desviación radical del compás estándar de 4/4 o 3/4 que dominaba la música popular y televisiva de la época. El propio Schifrin declaró que su intención era crear un ritmo enérgico en el que “el oyente nunca se sienta cómodo”, reflejando perfectamente el mundo tenso y al límite del espionaje.

Schifrin reconoció la influencia del clásico del jazz de 1959 de Dave Brubeck, “Take Five“, que también utiliza un compás de cinco tiempos, afirmando que “estaba en mi corazón”. Esta conexión une directamente sus profundas sensibilidades jazzísticas con su obra comercial más famosa, demostrando cómo su formación diversa le permitió innovar dentro de las limitaciones de la música para medios.

El mito del código morse: ¿Realidad o ficción?

Una de las anécdotas más fascinantes y persistentes sobre el tema es que su motivo rítmico principal (largo-largo, corto-corto, o el icónico “dun-dun, da-da”) se corresponde con el código Morse para las iniciales “M.I.” (–..). Esta idea es tan ingeniosa y apropiada para el género de espías que ha sido aceptada como un hecho por muchos.

Sin embargo, una investigación más profunda revela que esto es probablemente un mito popular. Schifrin nunca lo ha confirmado, y múltiples fuentes señalan que la afirmación “no puede ser verificada” o que “no existen evidencias concluyentes”. Lo que hace que este mito sea aún más interesante es que Schifrin sí confirmó haber utilizado el código Morse como un dispositivo rítmico para otra película, The Concorde… Airport ’79. Esto demuestra que estaba familiarizado con la técnica, pero su silencio sobre su uso en Misión: Imposible es revelador.

La persistencia del mito del código Morse es un ejemplo perfecto de cómo una buena historia puede volverse inseparable de una obra de arte. La coincidencia de que el ritmo se ajuste al código de “M.I.” es tan perfecta que el público quiere que sea cierta. Refuerza la mística de la canción, alineándola con los temas de mensajes ocultos y códigos secretos del género de espionaje. La narrativa que rodea a la música se ha convertido en una parte tan importante de su identidad como la propia composición, un fascinante efecto de cómo la recepción cultural puede dar forma a la historia de un objeto.

La paleta sonora: crime jazz e instrumentación

El sonido del tema es una clase magistral de “crime jazz”, un subgénero que Schifrin fue fundamental en definir. La composición se basa en una interacción dinámica entre una sección rítmica implacable y explosiones agudas y percusivas de los metales y las maderas. La instrumentación es clave para su sonido distintivo, destacando un glissando de flauta al inicio, percusión impulsada por bongos, una prominente guitarra Fender con reverberación y una potente sección de metales que lleva la melodía.

La melodía en sí es engañosamente compleja. Utiliza nueve de las doce notas de la escala cromática y presenta intervalos amplios que son difíciles de cantar. A pesar de esta aparente anarquía, la pieza mantiene un orden musical a través de patrones internos inteligentes. Por ejemplo, las notas sostenidas de la melodía descienden en semitonos, y la estructura de la frase melódica principal es tal que su segunda mitad es una especie de inversión de la primera. Este ingenioso diseño proporciona un equilibrio perfecto entre el “caos musical y el sentido musical”, creando una tensión que nunca se resuelve por completo, pero que siempre se siente controlada.

Atrapando un rayo en una botella: la sesión de grabación y el éxito inicial

La sesión de primera categoría: reuniendo el talento

El álbum de 1967, “Music from Mission: Impossible”, no fue grabado por una orquesta cualquiera. Schifrin reunió a un conjunto de los mejores músicos de sesión de Los Ángeles, muchos de los cuales eran miembros o estaban asociados con el legendario colectivo conocido como “The Wrecking Crew”. La presencia de estos músicos de élite es una pieza crucial del rompecabezas, ya que explica la impecable calidad de la grabación, su ritmo contagioso y su fusión perfecta de precisión jazzística y energía pop. No eran simplemente músicos de orquesta; eran los arquitectos del sonido de la Costa Oeste de los años 60, responsables de innumerables éxitos. Este contexto eleva la grabación de una simple partitura de televisión a un artefacto significativo en la historia de la música popular estadounidense.

La siguiente tabla detalla el increíble talento reunido para dar vida a la visión de Schifrin, demostrando que la creación del tema fue un acto de genio tanto colectivo como individual.

Tabla de Músicos y Reconocimientos

Desliza la tabla hacia la derecha para ver toda la información

Categoría de Instrumento
Músico
Asociación / Reconocimiento Notable

Piano, Arreglista, Director
Lalo Schifrin
Compositor del tema

Bajo Eléctrico
Carol Kaye
Miembro de “The Wrecking Crew”, tocó en miles de grabaciones exitosas

Bajo
Ray Brown
Legendario bajista de jazz (Trío de Oscar Peterson)

Batería, Percusión
Shelly Manne, Earl Palmer
Miembros de “The Wrecking Crew”, pioneros de la batería de rock y jazz

Guitarra
Tommy Tedesco, Bob Bain
Miembros de “The Wrecking Crew”

Maderas (Reeds)
Bud Shank
Destacado saxofonista y flautista de jazz de la Costa Oeste

Trombón
Billy Byers, Dick Nash
Músicos de sesión de primer nivel

Trompeta
Al Porcino, Tony Terran
Veteranos de las big bands y músicos de estudio

Bongos, Conga
Adolfo Valdes
Especialista en percusión latina

Una anécdota desde el estudio

El actor Martin Landau, que interpretaba al maestro del disfraz Rollin Hand en la serie, estuvo presente durante la sesión de grabación y dejó un testimonio vívido del poder inmediato del tema. Describió la primera interpretación del motivo “dun dun, da da” como “ensordecedora”. Schifrin, con calma, interrumpió a la orquesta y dijo: “no, no, debería ser así”. La banda reanudó la grabación y, en un instante, la toma quedó registrada a la perfección. Landau recordó haber salido del estudio “atónito” y tarareando la melodía, una prueba del impacto instantáneo y magnético de la composición. Esta anécdota ofrece una visión de primera mano del dominio de Schifrin en el estudio y la ejecución impecable de los músicos.

Aclamación inmediata y triunfo comercial

El tema fue un éxito rotundo desde su lanzamiento. El sencillo alcanzó el puesto 41 en el Billboard Hot 100 y el 19 en la lista Adult Contemporary en 1967, una hazaña notable para un tema instrumental de televisión. El álbum de la banda sonora del mismo año, “Music from Mission: Impossible”, se convirtió en un éxito de ventas y entró en la lista de álbumes de Billboard.

El reconocimiento de la industria no se hizo esperar. En la 10ª edición de los Premios Grammy en 1968, Schifrin se llevó a casa dos prestigiosos galardones por su trabajo: Mejor Tema Instrumental y Mejor Banda Sonora Original para una Película o Programa de Televisión. Casi cincuenta años después, en 2017, la grabación original fue incluida en el Salón de la Fama de los Grammy, consolidando oficialmente su estatus como un clásico atemporal de la música grabada.

El legado: la evolución de un tema a lo largo de seis décadas

El activo innegociable: la transición a la gran pantalla

Cuando el director Brian De Palma se preparaba para llevar Misión: Imposible a la gran pantalla en 1996, la permanencia del tema de Schifrin era una prioridad absoluta. Esto condujo a un conflicto creativo con el legendario compositor John Williams, a quien se le había ofrecido inicialmente el proyecto. Williams, comprensiblemente, quería componer su propio tema principal. Sin embargo, los productores, incluido Tom Cruise, se mantuvieron firmes, y Williams abandonó el proyecto. En su lugar, contrataron a Danny Elfman, quien aceptó la condición de adaptar y honrar la obra original de Schifrin.

Este episodio es un momento crucial en la historia del tema. Establece que la composición de Schifrin no es simplemente un elemento de la franquicia; es su identidad central e inmutable. Los productores comprendieron que el valor cultural del tema era un activo demasiado poderoso como para descartarlo. Esta decisión sentó un precedente para todas las futuras entregas, donde cada compositor posterior —Hans Zimmer, Michael Giacchino, Joe Kraemer, Lorne Balfe— ha tenido que trabajar a la sombra del original de Schifrin, tratándolo con una reverencia casi sagrada. El tema actúa como una constante creativa, garantizando la coherencia de la marca a lo largo de décadas de cambios de directores, estilos y épocas.

El remix de 1996: U2 lleva el tema a las discotecas

Para la película de 1996, la sección rítmica de la banda de rock U2, Adam Clayton (bajo) y Larry Mullen Jr. (batería), recibió el encargo de crear una versión moderna. Su principal motivación, según Clayton, era crear una versión que “funcionara en las discotecas”. Para lograrlo, realizaron un cambio fundamental: modificaron el compás del “difícil de bailar” 5/4 a un más convencional y accesible 4/4.

Produjeron dos versiones distintas: el tema principal, orientado al baile, y una segunda versión más atmosférica titulada “Mission Accomplished”. Su versión fue un éxito masivo, alcanzando los primeros puestos de las listas de éxitos en todo el mundo y obteniendo una nominación al Grammy, presentando el tema a una nueva generación de fans.

La misión nu-metal: “Take a look around” de Limp Bizkit

Para Misión: Imposible 2 (2000), dirigida por John Woo, la franquicia dio un giro estilístico radical, y la música lo reflejó. Se recurrió a la banda de nu-metal Limp Bizkit para crear una versión, lo que dio como resultado la canción “Take a look around”. La canción se construye en torno al riff principal del tema de Schifrin, pero lo transpone a un estilo pesado y agresivo de nu-metal. Curiosamente, conserva el compás original de 5/4 solo en el puente de la canción, utilizando un compás de 4/4 en el resto. La adaptación fue un enorme éxito comercial, especialmente en Europa, y se convirtió en un himno de la era del nu-metal.

Evolución del tema de “Misión: Imposible” en la Franquicia Cinematográfica

La siguiente tabla ofrece una visión cronológica de cómo el tema ha sido adaptado por diferentes artistas y compositores, destacando la continuidad y la evolución de su identidad musical.

Adaptaciones Musicales de Misión Imposible

Desliza la tabla hacia la derecha para ver todas las columnas

Película (Año)
Compositor / Artista Clave
Estilo de Adaptación Notable
Cambio / Instrumentación Clave

Mission: Impossible (1996)
Danny Elfman / Adam Clayton & Larry Mullen Jr.
Reverencia orquestal / Dance-pop de los 90
El sencillo se cambió a compás de 4/4.

Mission: Impossible 2 (2000)
Hans Zimmer / Limp Bizkit
Rock impulsado por guitarra / Nu-metal
“Take a Look Around” samplea el riff.

Mission: Impossible III (2006)
Michael Giacchino
Profundidad emocional y orquestal
Introdujo el tema “Ethan and Julia”.

Ghost Protocol (2011)
Michael Giacchino
Acción frenética y de alto riesgo
Integró el tema en grandes secuencias de acción.

Rogue Nation (2015)
Joe Kraemer
Homenaje directo a las partituras de TV de Schifrin de los 60
Estudió la orquestación original.

Fallout (2018) & Dead Reckoning (2023)
Lorne Balfe
Híbrido percusivo, con muchos bongos y elementos electrónicos
Fuerte énfasis en los bongos y el impulso rítmico.

La huella cultural: parodias, homenajes y rarezas perdurables

El alienígena de cinco piernas y otras anécdotas

La anécdota más famosa y traviesa de Schifrin revela tanto su ingenio como su compleja relación con su propia fama. Durante una gira por Austria, una periodista de Viena le preguntó por enésima vez por qué había utilizado un compás de 5/4. Cansado de la pregunta, Schifrin improvisó una historia absurda: el gobierno de los Estados Unidos había descubierto recientemente extraterrestres de cinco piernas que no podían bailar la música terrícola. Por lo tanto, él escribió el tema para ellos. Para su asombro, la historia fue publicada como un hecho en las revistas vienesas.

Esta historia es más que una simple broma. Es una ventana a la mente de un artista serio que lidiaba con la inmensa popularidad de una obra comercial. Schifrin, un estudiante de Messiaen y colaborador de Gillespie, probablemente estaba fatigado de la misma pregunta simplista sobre su éxito pop. La historia del alienígena fue una desviación brillante e improvisada, una forma de divertirse con su propia fama y quizás burlarse suavemente de las preguntas que enfrentaba. Revela un ingenio sofisticado y una relación lúdica con su creación más famosa.

La conexión con Bruce Lee

Una de las piezas de trivia más fascinantes que ilustra el efecto dominó del tema en la cultura es su conexión con Bruce Lee. La leyenda de las artes marciales utilizaba el tema de Misión: Imposible para cronometrar y coreografiar sus sesiones de entrenamiento en Hong Kong. Su admiración por la energía rítmica de la música llevó directamente a que Schifrin fuera contratado para componer la banda sonora de la obra maestra de Lee, Enter the Dragon (1973). Este es un poderoso ejemplo de cómo el tema trascendió su género para influir en otras esferas culturales.

Misión cumplida

El tema de Misión: Imposible de Lalo Schifrin es una obra maestra de la composición, una pieza cuyo genio reside en su engañosa simplicidad y su profunda complejidad rítmica. Nació de una confluencia única de factores: un genio del jazz con formación clásica, las presiones de la producción televisiva y un destello de pura inspiración liberado por la libertad creativa.

El legado del tema es doble y profundo. En primer lugar, es una obra musical brillante que definió el sonido de un género y ha permanecido artísticamente vital durante más de medio siglo. Su capacidad para generar tensión, urgencia y sofisticación en solo unos pocos compases no ha sido igualada. En segundo lugar, es una poderosa pieza de propiedad intelectual que ha servido como el ancla creativa y comercial inquebrantable de una franquicia global multimillonaria. Cada nueva película, cada nueva adaptación, no hace más que reforzar el poder y la permanencia del original de Schifrin.

En última instancia, el tema es un tributo al hombre que, en menos de tres minutos, compuso una melodía que logró lo imposible: la verdadera inmortalidad cultural. Finalmente la misión de Lalo Schifrin, cumplida hace mucho tiempo, sigue sonando, su mecha ardiendo eternamente en la conciencia colectiva global.

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Este artículo es un contenido de NoEsFm

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