Aveces Siempre presenta su debut homónimo: pop-rock alternativo entre la luz y el vacío
Diez canciones, dos hemisferios sonoros y una misma pregunta: qué queda cuando ya no estamos.
El primer álbum de los chilenos Aveces Siempre llega con la claridad de una brújula rota: 10 canciones que delinean la ausencia en clave pop-rock alternativo antes de dar el salto a una segunda mitad más oscura. Diego González, Gerardo Hormazabal, Carlos Soto y Roberto Salvo convierten la incertidumbre en narrativa: polos opuestos que dialogan, respirando un mismo relato sobre el vacío, la fuga y aquello que falta.
El homónimo se parte en dos atmósferas complementarias. La primera —rápida, luminosa, muy single— contrasta con un lado B denso y experimental. La portada, fotografiada por Maira Nadjar, empuja el concepto hasta el gesto visual: la banda decide borrarse de la imagen, como si la ausencia también fuese un personaje. La pregunta que enciende el disco —¿sentirán nuestra ausencia los lugares por los que pasamos?— se vuelve hilo conductor.
Pop casero, alma pro
Entre influencias que van de The Beatles y Los Tres a Mac DeMarco y Ases Falsos, Aveces Siempre nació en la nebulosa posuniversitaria: fin de ciclo, trabajo inestable, la vida adulta tocando la puerta. González grabó de un tirón gran parte de los demos en su estudio casero; luego el resto del grupo sumó arreglos y la identidad terminó de cuajar. Grabación y mezcla se quedaron en casa; la masterización fue en Estudios del Sur con Paolo Riffo, cerrando un proceso íntimo y de confianza.
En el mapa de pistas, “Mal” resume el lado A: melodía beatle, energía pop, letra directa y herencia de Los Bunkers/Los Tres. En el reverso, “Narcisa” juega con delays, armónicos y un coro que se adhiere antes de fundirse con la siguiente canción. Dos extremos bien definidos que explican el arco emocional del álbum.
Tras dos sencillos dobles este año, el disco ya está disponible en todas las plataformas. Los planes incluyen videos y un lanzamiento en vivo en 2026. Hasta entonces, Aveces Siempre propone un refugio de doble entrada: caminar por los mismos lugares de siempre y aceptar que, incluso cuando no estemos, las canciones siguen respirando por nosotros.
Este artículo es un contenido de NoEsFm