La muerte de Joseph Byrd y el día que el psych rock aprendió a mutar

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La muerte de Joseph Byrd y el día que el psych rock aprendió a mutar

Cofundador de The United States of America, abrió la caja negra de los sintetizadores y la política en plena era lisérgica.

La muerte de Joseph Byrd sacude una esquina esencial del rock experimental: la de quienes entendieron que una canción podía ser, a la vez, manifiesto, laboratorio y viaje. Cofundador, compositor y bandleader de The United States of America, Byrd falleció el 2 de noviembre en su casa de Medford, Oregón, a los 87 años, según confirmó su familia en un aviso publicado posteriormente en el diario The Angeles Times.

Aunque la banda apenas vivió dos años (1967–1968) y dejó un solo álbum, The United States of America, su eco fue largo y raro, como debe ser. Ese disco se convirtió en una especie de manual secreto sobre cómo inyectar electrónica temprana, manipulación de cinta y performance art dentro del psic-rock sin pedir permiso. No fue un éxito comercial, pero sí una influencia rastreable en la evolución del pop experimental y en futuras sensibilidades —de la sombra del krautrock a herederos modernos como Stereolab, Broadcast o Portishead.

Joseph Byrd venía entrenado para dinamitar formas. Nació el 19 de diciembre de 1937 en Louisville, Kentucky, y creció en Tucson, Arizona, tocando acordeón y vibráfono, pasando por bandas de pop y country, y escribiendo arreglos. Después aceleró en la academia (Universidad de Arizona, Stanford, UC Berkeley) y pulió su oído con maestros como Terry Riley, Steve Reich y, finalmente, John Cage, que incluso lo tuteló en Nueva York. En esa Nueva York febril debutó en 1961 con un concierto en el apartamento de Yoko Ono, gracias a un empujón de La Monte Young; trabajó con Virgil Thomson y llegó a tocar obras mínimas en Carnegie Hall. Luego, en 1963, se mudó a Los Ángeles con Dorothy Moskowitz y, ya instalado allí, se afilió al Partido Comunista: una carga ideológica que se filtraría en su manera de entender el arte como choque, comunidad y acción pública.

En esa Nueva York febril debutó en 1961 con un concierto en el apartamento de Yoko Ono, gracias a un empujón de La Monte Young; trabajó con Virgil Thomson y llegó a tocar obras mínimas en Carnegie Hall. Luego, en 1963, se mudó a Los Ángeles con Dorothy Moskowitz —la voz que sería el otro filo del proyecto—, se metió de lleno en la organización cultural y el choque de ideas. En 1967, The United States of America fue la detonación: Byrd se encargó de la electrónica y de un arsenal de teclados (clavecín eléctrico, órgano, piano, calliope, sintetizador), grabaron en diciembre con el productor David Rubinson y giraron incluso compartiendo cartel con The Velvet Underground y The Troggs.

Tras la disolución llegó “The American Metaphysical Circus” (1969) firmado como Joe Byrd and the Field Hippies, otro artefacto de culto que tardó años en circular como se merecía. Más adelante, Byrd fue profesor de música estadounidense en la California State University, Fullerton, y compuso para cine de autor, con trabajos ligados a nombres como Robert Altman, Agnès Varda y Bruce Clark. Se va un arquitecto del ruido con sentido: de los que no decoraban el futuro, lo construían.

Este artículo es un contenido de NoEsFm

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