¿Qué propone “Cuerpos, Vol.1” de Babasónicos? La osadía pop que reescribe las reglas
Nueve canciones fuera de la previsibilidad: un álbum-manifiesto que desafía al algoritmo y devuelve la escucha a un lugar sagrado.
Decir que “Cuerpos, Vol.1” de Babasónicos es un disco más sería desoír su apuesta: en “Cuerpos”, la banda desarma géneros y construye nueve canciones que se hacen y se deshacen al mismo tiempo. En una época fragmentada, el grupo levanta una obra totalizadora, más cerca de la experimentación y el ensayo que de cualquier molde conocido.
Poder, deseo y cuerpo se reconfiguran en las letras mientras Adrián Dárgelos prueba mutaciones vocales que inventan nuevas reglas nemotécnicas y una agitación poética inesperada. Con puntuación desobediente y melodías pegadizas —novedosas, elegantes, filosas— cada canción busca su propia forma. La música y el cuerpo aparecen como trincheras de defensa de lo común y de lo propio, convirtiendo la escucha en una ceremonia íntima, casi la única distopía posible que todavía vale la pena habitar.
En tiempos de interfaces y algoritmos, la banda argentina corrompe la predicción y dinamita expectativas. “Cuerpos, Vol.1” de Babasónicos es irónicamente esperanzador: desarma el paquete de un futuro incómodo y nos ofrece tiempo off, un poco de alegría y la posibilidad de que algo vuelva a ocurrir. Propone música y poesía nuevas que nos reorganicen, elude etiquetas y navega la intemperie hacia una luz mínima pero persistente. Es una obra que se revela mientras corre hacia el hoy.
La contundencia del presente se sostiene en una trayectoria feroz: más de tres décadas desestabilizando al rock desde adentro, hits “incorrectos” convertidos en clásicos radiales y estadios agotados a lo largo de América y Europa. “Trinchera Avanzada” —su anterior álbum— sumó 2 nominaciones a los Latin Grammys y 6 a los Premios Gardel 2023, consolidando la racha creativa de una banda que jamás negocia su búsqueda de novedad ni su obsesión por la canción perfecta. Los Luna Park y Movistar Arena repletos, el Teatro Colón, Central Park y giras sold out de Buenos Aires a México, Chile, España, Francia, Reino Unido e Israel son apenas el mapa de una ambición en movimiento.
En el mismo pulso estético dialoga la mirada de Juan Cabral, director de cine, publicidad y videoclips reconocido por piezas icónicas como Gorilla para Cadbury y la trilogía Sony Bravia (Balls, Paint, Playdoh). Ganador de más de 25 Cannes Lions —incluidos Grand Prix— y colaborador de campañas con Martin Scorsese, Alejandro G. Iñárritu, Kathryn Bigelow y James Cameron, su nombre es sinónimo de riesgo, precisión y belleza: un lenguaje visual que entiende la emoción como detonador.
Este artículo es un contenido de NoEsFm
